
para que su rosal no muera nunca,
pues cuando el tiempo su esplendor marchite
guardará su memoria su heredero.
Pero tú, que tus propios ojos amas,
para nutrir la luz, tu esencia quemas
y hambre produces en donde hay hartura,
demasiado cruel y hostil contigo.
Tú que eres hoy del mundo fresco adorno,
pregón de la radiante primavera,
sepultas tu poder en el capullo,
dulce egoísta que malgasta ahorrando.
Del mundo ten piedad: que tú y la tumba,
ávidos, lo que es suyo no devoren.
Un reflejo del mundo :)
ResponderEliminarCuando morimos, solo quedamos en aquellos que nos siguen, descendencia o no.
Precioso poema, te leo!
Un beso!
♥
EMME
Muchas gracias :)) Me pasaré ahora mismo por tu blog :D
ResponderEliminarGracias y besos♥