domingo, 8 de mayo de 2011

Querido tú:

                Te escribo sentada en el resquicio de mi ventana, admirando el inmenso cuadro de colores que me ofrece esta jungla de cemento  como es mi nuevo hogar.

                ¿Sabes? Mil pensamientos llenan mi mente cada noche cuando intento dormir bajo la caricia de la tenue luz que entra por mi ventana, procedente de las inmensas calles de mi nuevo barrio, Broadway. Mil pensamientos que me dejan sin aliento y, al mismo tiempo, me aterran. Pensar que puedes haber caído en manos de alguna otra mujer que no sea yo, de nuevo, hace que la respiración se me agite, que el fuego recorra cada vena de mi cuerpo haciéndome convulsionar apretar los puños con fuerza hasta sentir como mis uñas se me clavan en la piel.

                Cada vez que recuerdo el día en que llegué a casa antes de tiempo y te vi. Os vi… Busqué en tus ojos una respuesta a tal escena, una explicación. Pero lo único que encontré fue una respuesta a la pregunta que se cocinaba en mi mente. ¿Cuántas veces la habías hecho tuya a mis espaldas? ¿Cuántas? En ese momento sentí, como ya te expliqué, que mi mundo se desmoronaba.

                He de confesar que no creí tu palabra cuando me dijiste que no lo volverías a hacer. Ni la creí entonces, ni la creo ahora.

                Lo he intentado, con todas mis fuerzas. Cada noche he rezado para no dudar de ti, de tu promesa, pero después de tanto tiempo y desde aquél día, me di cuenta de que no conocía a la persona con la que compartía mi vida.

                Por esa razón es por la que quiero terminar con lo nuestro.

                Aunque… hay algo más.

                Fue al llegar a mi nuevo hogar. Le miré, me miró, e inmediatamente caí irremediablemente enamorada. Fue como si ya le conociera. No sé si fue el aire que le rodeaba, o si fue la forma en que me trató. Me hizo sentir que podía conseguir lo que pasase por mi cabeza, y ahora, mi corazón sangra y vive por esta persona.

                Esa misma noche me hizo suya. Fue tanta mi felicidad que unas lágrimas derramaron mis ojos al admirar su perfecta anatomía. Fue algo que nunca había sentido contigo, y dudo que lo vuelva a sentir. Tu nunca me habías brindado ese sentimiento de orgullo propio, o de infinita felicidad, llámalo como quieras, pero tu nunca me lo diste.

                Desde esa noche, le pertenezco. No me separo de mi nuevo acompañante. Me es imposible… Literalmente. Además, hay algo que agradezco. Me deja ser libre. Puedo salir con otros chicos, con otra gente. Puedo hacer lo que quiera, pero siempre bajo su atenta mirada. Esto debería molestarme, pero al contrario. Me agrada. Me protege. Salga con quien salga, sea quien sea la persona que reciba un roce de mis labios, mi nueva alma gemela seguirá formando parte de mi.

                Y con esto termino, tanto la carta como nuestra relación.

                No hace falta que me remitas, pero hazme un favor: Sé feliz.

                ¡Ups! Lo olvidaba. ¿Quieres saber su nombre? ¿El nombre de ese alguien que me hace vibrar con solo respirar el aire que le rodea? ¿El nombre de ese alguien de quien he caído perdidamente enamorada? Solo tienes que leer el destino que escribí en la nota pegada al frigorífico de casa, ahora tuya.

Siempre tuya.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

HTML,BODY{cursor: url("http://downloads.totallyfreecursors.com/cursor_files/hearttailup.ani"), url("http://downloads.totallyfreecursors.com/thumbnails/hearttailup.gif"), auto;}